En el mundo de las dos ruedas hay motores que han trascendido su propio chasis, y pocos como el de la Kawasaki Ninja H2 pueden presumir de haber sido adaptados para alimentar helicópteros, drones o, ahora, incluso aviones híbridos. Es el caso del Cassio 330, un proyecto de VoltAero que lleva la sobrealimentación japonesa a los cielos franceses. Una apuesta tan ambiciosa como real.
Lo que comenzó como una revolución en el mundo de las motos trayendo de vuelta los motores sobrealimentados, se ha convertido en un motor multipropósito que despierta el interés de otros sectores tecnológicos. La escalada de usos del propulsor tetracilíndrico ha pasado del desierto a los cielos, rompiendo moldes y ampliando horizontes para una arquitectura que, originalmente, no nació para volar.
Pero ahí está: adaptado, híbrido y con aspiraciones reales de producción en serie. VoltAero ha puesto sus miras en la aviación general con una propuesta que combina eficiencia, fiabilidad y un enfoque práctico del vuelo eléctrico. Y todo ello, manteniendo el alma de una de las motos más icónicas de la última década.
¿Cómo se adapta a un avión un motor diseñado para una moto?
El Cassio 330 no es un simple experimento de ingeniería, sino un prototipo funcional que emplea un sistema híbrido en serie alimentado por un motor Kawasaki H2 modificado. Aunque lo curioso en este caso es que no es que el motor mueva la hélice, sino que se convierte en un generador para alimentar de la electricidad necesaria a los motores eléctricos.
Una solución con más de un siglo de historia que, sin embargo, gana protagonismo en la era moderna por su eficiencia operativa. En esta reinterpretación aérea del corazón de la Ninja H2, el motor desarrolla una potencia máxima de 201 caballos, a los que se suman 80 caballos adicionales de asistencia eléctrica.
La avioneta puede llevar hasta a 6 personas dentro
Esta combinación permite mejorar fases críticas como el despegue o los ascensos pronunciados, al tiempo que contribuye a reducir el consumo general en vuelo de crucero. Según los datos iniciales, el avión podrá transportar hasta seis personas, recorrer 745 kilómetros y volar a una altitud máxima de 12.000 pies.
A nivel técnico, se mantiene la base mecánica con inyección electrónica y una vida útil estimada de 1.500 horas entre revisiones. Pero lo más interesante es la colocación del conjunto propulsor, así como la forma en que se han aprovechado las propiedades de refrigeración del sistema, lo que sugiere que incluso se contempla el uso de carga rápida, otro guiño a la movilidad eléctrica terrestre.
No es la primera vez que el motor H2 abandona las motos para explorar nuevos territorios. Ya lo vimos integrado en plataformas de drones y helicópteros ligeros. La diferencia en esta ocasión es que ya hablamos de ir un paso más lejos al encargarse de «dar vida» a aviones que por pequeños que sean están preparados para transportar personas y eso abre una puerta totalmente diferente.
VoltAero, por su parte, ya ha comenzado a aceptar reservas del Cassio 330, aunque aún no hay precio definitivo ni calendario cerrado de producción. Lo que sí está claro es que, con este movimiento, la firma francesa y Kawasaki han encendido juntos una mecha que puede revolucionar la aviación ligera. Un avión con alma de superbike ya no es solo un sueño de ingeniero: es una máquina lista para despegar.
