
BYD ha superado este año a Hyundai y se ha convertido en la cuarta marca de coches más vendida del mundo. Se trata de un ascenso sin precedentes por su impresionante velocidad.
Fundada en 1995 como fabricante de baterías, BYD se ha transformado en sólo 30 años en una enorme multinacional que abarca desde el automóvil al transporte ferroviario, pasando por el almacenamiento y la generación de energía.
Pero, ¿cuándo dejó BYD de perseguir a los demás y empezó a liderar la transformación eléctrica mundial? Una fecha clave podría ser 2012, cuando presentó el Qin en el Salón del Automóvil de Pekín.
En un momento en el que la transición a la electrificación aún estaba en pañales, esta berlina híbrida enchufable marcó el cambio de la marca de fabricante emergente a actor tecnológico global.
Para BYD, el Qin era el manifiesto de una nueva identidad: ya no se trataba sólo de coches asequibles o experimentales, sino de vehículos capaces de competir en diseño, eficiencia y prestaciones contra los mejores modelos internacionales.
2012: la identidad de BYD se hace patente
Desde el punto de vista estético, el Qin Concept ya mostraba la voluntad de proponer un lenguaje de diseño maduro y reconocible. Las proporciones eran las de una berlina clásica, con una línea de cintura alta, faros estilizados y una parrilla de corte afilado que anticipaba el sentimiento de familia BYD de los años siguientes.
Los grupos ópticos delanteros incorporaban elementos LED, mientras que la zaga lucía un diseño sencillo y moderno, con una firma luminosa horizontal que daba al coche sensación de anchura y solidez. No había excesos, sino un equilibrio de formas que se alejaba de modelos anteriores, como el F3DM, que seguía ligado a líneas sencillas y poco personales.
Foto: BYD
En el interior, el Qin Concept llevó a BYD a una nueva dimensión de calidad percibida. El habitáculo abandonaba el aspecto espartano de los primeros híbridos de la marca y adoptaba un enfoque más tecnológico, con un salpicadero envolvente y una gran pantalla central orientada hacia el conductor.
Los materiales, aunque todavía conceptuales, comunicaban la intención de mejorar el confort y la atención por el detalle, mientras que la instrumentación digital y los controles táctiles anticipaban la dirección que seguirían muchos fabricantes en los años venideros.
El interior del BYD Qin Concept 2012
Foto: BYD
Bajo la carrocería estaba el corazón del proyecto: la tecnología DM (Dual Mode), que combinaba un motor de combustión de gasolina con una unidad eléctrica capaz de conducir el coche en modo totalmente eléctrico.
Esta arquitectura híbrida enchufable garantizaba altas prestaciones (más de 300 CV en total en la versión más potente) y un consumo muy bajo, allanando el camino para el primer Qin de producción, lanzado en 2013.
Una semilla que dio muchos frutos
Con el tiempo, aquel prototipo dio lugar a una familia de modelos en toda regla. Del Qin original surgió el Qin Plus, disponible como híbrido enchufable con tecnología DM-i, más eficiente y refinada, y como variante 100% eléctrica (BEV).
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Fuente: BYD
Si volvemos a la actualidad, recientemente, la gama de BYD se amplió con el Qin L, una berlina media que se ofrece como híbrido DM-i y como Qin L EV, la nueva versión totalmente eléctrica presentada en 2025.
El Qin L EV adopta la plataforma ePlatform 3.0, un sistema modular diseñado para coches de cero emisiones, con soluciones como una bomba de calor para la calefacción y una gestión inteligente de la energía. El estilo también ha evolucionado, con un diseño más joven y dinámico, un interior espacioso y una atención aún mayor a la calidad de construcción.
Más de diez años después, está claro que el Qin Concept no fue un mero ejercicio de estilo, sino un paso simbólico en la maduración de la industria automovilística china.
